martes, 15 de julio de 2014

SEXUALIDAD Y CULTURA

Según la Organización Mundial de la Salud, la sexualidad se define como un aspecto central del ser humano a lo largo de su vida. Abarca el sexo, las identidades, y los papeles de género, el erotismo, el placer, la intimidad, la reproducción y la orientación sexual. Por otro lado, la cultura, incluye a todas las formas y expresiones de una sociedad o grupo social determinado. Abarca costumbres, prácticas, códigos, creencias, religiones, rituales, normas de comportamiento entre otros.
En este contexto, resulta evidente la relación que se produce entre ambos conceptos. La sexualidad la vivimos según las apreciaciones que nuestra cultura determina como correctas o permitidas y nos proporciona las condiciones dentro de las cuales podemos desarrollar nuestro comportamiento erótico y sexual. En otras palabras, es la cultura la que moldea, estructura y desarrolla la expresión de nuestra sexualidad.
Un claro reflejo de esta influencia es la religión.  Los Judíos por ejemplo, están en contra del sexo pre-matrimonial al igual que el Islam, pero este último permite la poligamia, pudiendo tener hasta 4 parejas dentro del matrimonio. A continuación se muestra una tabla con un resumen de las permisiones y prohibiciones de algunas actividades sexuales según la religión

Fuente: http://www.slideshare.net/manuelpatino399/religiones-del-mundo-y-el-sexo



Existe una gran variedad de culturas en el mundo, cada una con sus propias ideologías y valores. En algunas, la sexualidad es un componente esencial del ser humano y se asocia a sentimientos de placer y bienestar potenciando su expresión y desarrollo, mientras que en otras, se asocia a sentimientos impuros o negativos, o solo tiene relación con la re productividad.
Como ya hemos visto, la sexualidad está íntimamente influenciada por la cultura de las personas. Por este motivo, existen expectativas de comportamiento, donde los individuos se ven un tanto obligados a desenvolverse sexualmente de cierta forma. Esto nos lleva a pensar que no vivimos nuestra sexualidad de manera totalmente libre, ya que se castiga lo que es diferente al esquema cultural impuesto por la sociedad. Un claro ejemplo de esto son las personas homosexuales. “Las normas sociales que conforman al sistema de géneros, se expresan en cinco formas de opresión: ocultamiento de la homosexualidad, asignar significados negativos a la homosexualidad y a la trasgresión de los estereotipos de género, violencia y discriminación por homofobia y la exclusión a los ghettos.” (Luís Ortiz Hernández y otros, investigadores de la Universidad Autónoma Metropolitana, Xochimilco,  Méjico).

En resumen, la sexualidad resulta ser una construcción social. Influye potencialmente el entorno social y cultural en el que se encuentre el individuo. La cultura tiende a ser  esquematizadora del comportamiento. Esto se refleja en ciertas normas que impone, por ejemplo en las tradiciones o la religión, y resulta ser condenatoria cuando el individuo se desenvuelve de manera diferente a lo esperado, discriminándolo y excluyéndolo del sistema. Ejemplo de esto son las personas con una orientación sexual diferente. Claramente resulta ser un efecto negativo de lo que es la cultura ya que inhibe la libertad de la sexualidad de las personas. Hay que entender que existen infinitas formas de pensar, sentir, desear y desenvolverse con los otros,  y que no se puede imponer una determinada manera de hacerlo, ya que atenta contra los derechos y libertades de las personas. 

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