Según la Organización Mundial de la Salud, la
sexualidad se define como un aspecto central del ser humano a lo largo de su
vida. Abarca el sexo, las identidades, y los papeles de género, el erotismo, el
placer, la intimidad, la reproducción y la orientación sexual. Por otro lado,
la cultura, incluye a todas las formas y expresiones de una sociedad o grupo
social determinado. Abarca costumbres, prácticas, códigos, creencias,
religiones, rituales, normas de
comportamiento entre otros.
En este
contexto, resulta evidente la relación que se produce entre ambos conceptos. La
sexualidad la vivimos según las apreciaciones que nuestra cultura determina
como correctas o permitidas y nos proporciona las condiciones dentro de las
cuales podemos desarrollar nuestro comportamiento erótico y sexual. En otras
palabras, es la cultura la que moldea, estructura y desarrolla la expresión de
nuestra sexualidad.
Un claro
reflejo de esta influencia es la religión.
Los Judíos por ejemplo, están en contra del sexo pre-matrimonial al
igual que el Islam, pero este último permite la poligamia, pudiendo tener hasta
4 parejas dentro del matrimonio. A continuación se muestra una tabla con un
resumen de las permisiones y prohibiciones de algunas actividades sexuales según
la religión
Fuente:
http://www.slideshare.net/manuelpatino399/religiones-del-mundo-y-el-sexo
Existe una gran
variedad de culturas en el mundo, cada una con sus propias ideologías y
valores. En algunas, la sexualidad es un componente esencial del ser humano y
se asocia a sentimientos de placer y bienestar potenciando su expresión y
desarrollo, mientras que en otras, se asocia a sentimientos impuros o
negativos, o solo tiene relación con la re productividad.
Como
ya hemos visto, la sexualidad está íntimamente influenciada por la cultura de
las personas. Por este motivo, existen expectativas de comportamiento, donde
los individuos se ven un tanto obligados a desenvolverse sexualmente de cierta
forma. Esto nos lleva a pensar que no vivimos nuestra sexualidad de manera
totalmente libre, ya que se castiga lo que es diferente al esquema cultural
impuesto por la sociedad. Un claro ejemplo de esto son las personas
homosexuales. “Las normas sociales que conforman al sistema de géneros, se
expresan en cinco formas de opresión: ocultamiento de la homosexualidad,
asignar significados negativos a la homosexualidad y a la trasgresión de los
estereotipos de género, violencia y discriminación por homofobia y la exclusión
a los ghettos.” (Luís Ortiz Hernández y otros, investigadores de la
Universidad Autónoma Metropolitana, Xochimilco, Méjico).
En resumen, la
sexualidad resulta ser una construcción social. Influye potencialmente el
entorno social y cultural en el que se encuentre el individuo. La cultura
tiende a ser esquematizadora del
comportamiento. Esto se refleja en ciertas normas que impone, por ejemplo en
las tradiciones o la religión, y resulta ser condenatoria cuando el individuo
se desenvuelve de manera diferente a lo esperado, discriminándolo y excluyéndolo
del sistema. Ejemplo de esto son las personas con una orientación sexual
diferente. Claramente resulta ser un efecto negativo de lo que es la cultura ya
que inhibe la libertad de la sexualidad de las personas. Hay que entender que
existen infinitas formas de pensar, sentir, desear y desenvolverse con los
otros, y que no se puede imponer una
determinada manera de hacerlo, ya que atenta contra los derechos y libertades
de las personas.
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